Gastronomía, naturaleza, aventura... y ¡mucho más!
Para acercarse y conocer la verdadera Huesca, el visitante está obligado a olvidar el tiempo y el vehículo. Ambos deben quedar aparcados. No hay prisa, porque se trata de vivir rincones emocionantes, calles y parques aleros, capiteles e imágenes, fiestas o tradiciones, de sentir la paz de una ciudad única, que invita a quedarse.
Es fácil llegar hasta Huesca por carretera, tren o desde los aeropuertos de Zaragoza, Pamplona o Pau. Una vez en ella la oferta de alojamiento es abundante y variada, con más de 1800 plazas en hoteles y hostales en diversas categorías, o un amplio camping, donde reposar tras visitar los monumentos y otros atractivos de Huesca, realizar una excursión por cualquier zona del alto Aragón o una escapada a Francia.
La ciudad se muestra tan distinta según las zonas y barrios, que resulta conveniente seguir a pie el curso de su historia, situando cada detalle en su época, y dejar volar la imaginación hasta verse acompañado por Sertorio, pedro I o Gracián. Por ello, el recorrido comienza en la colina que acogió a los primeros pobladores, casco histórico rodeado por antiguas murallas levantadas en lo que hoy es el Coso, la calle Costa y el Trasmuro, con primeras citas en el entorno de las plazas Catedral y Universidad.
Las sucesivas civilizaciones han edificado sobre las anteriores, de forma que encontramos todos los estilos, La Catedral (s.XIII-XIV), básicamente gótica, ha experimentado sucesivas restauraciones hasta crear un conjunto en que observar todos los detalles: su portada con 14 grandes figuras (entre ellos, San Lorenzo) y decenas de esculturas, tres naves y crucero, capillas, sacristía, pinturas, parte del coro, y el retablo renamiento de Forment, en alabastro. Junto a la Catedral, el museo Diocesano y la popular Parroquieta albergan piezas de gran valor, como retablos y murales de iglesias perdidas. En esta plaza, el Ayuntamiento (s.XVI-XVII) brinda un acabado ejemplo del estilo renacentista aragonés. Conviene fijarse en el magnífico alero y galería, el patio y la escalinata. En el palacio se conservan estancias, obra y muebles dignos de visita como el salón de Justicia y el gran cuadro de la campana de Huesca. Adosado al edificio, el que fue colegio mayor de Santiago, donde destaca un impresionante escudo imperial.
A escasa distancia, tras breve paseo, la plaza de la Universidad acoge al antiguo centro de enseñanza superior, hoy museo, el Colegio Seminario, y nuevas dependencias universitarias. El Museo hereda espacios del Palacio Real medieval y la Universidad (s. XIII), con patio octogonal, y conserva restos arqueológicos, pinturas de varias épocas y leyendas… También dentro del casco histórico, es obligado acudir a San Pedro el Viejo (s.XII), edificada sobre antiquísimos templos, y maravilla románica en todos los aspectos, cuya joya principal el claustro, está primorosamente restaurado. En San Pedro están enterrados reyes de Aragón. Para disfrutar de todos edificios de este mismo estilo medieval, se puede salir del centro amurallado y acudir a San Miguel ( iglesia y convento), Salas o Santa María in Foris (extramuros). Todos merecen la pena, aún con elementos posteriores añadidos.
Seguir el recorrido de la muralla, tomar una empinada calle, o acercarse hasta Montearagón, supone volver a la época de los caballeros. A los pies de la colina, otros edificios reclaman atención. Una de las iglesias más queridas por los oscenses es la Basíclica de San Lorenzo, de estilo barroco (s.XVII), que se acoge imágenes del patrón e hijo de la ciudad, como su busto y relicario de plata y pinturas de Jusepe Martínez. También de Santo Domingo y San Martín, o San Vicente (Compañía), Santa Teresa, Capuchinas,… son de la misma época y muchos de ellos, abundan lienzos y retablos.
Pero Huesca, no solo es arte y recuerdo histórico. La ciudad actual reúne otros atractivos que descubrir en cualquier calle o en el Parque Miguel Servet, donde cada estanque, espacio, fuente y escultura es distinto, e invitan a relajarse y a respirar. Un paseo por las afueras ( Salas, Cillas, Loreto, Santa Lucía…) procurará similares sensaciones.
También la arquitectura más reciente está presente en Huesca, con edificios modernistas y racionalistas, y de las nuevas tendencias. Así destacan los inmuebles de la Plaza de López Allué, la calle del Parque y el Coso, el Casino del Palacio de la Diputación Provincial, y arte contemporáneo como el Legado Beulas.
La ciudad no se agota en lo urbano. Se brinda multitudinaria entre el 9 y el 15 de Agosto, cuando celebra sus fiestas de San Lorenzo, que la transforman totalmente. El cohete y la cabalgata del día 9, los danzantes de ancestral tradición , la procesión del 10 de agosto y la Ofrenda en el cierre festivo, son inexcusables. Se programan decenas de actos alegres y bulliciosos, como la Feria taurina. Pero la fiesta no se puede contar, hay qu vivirla con intensidad, de blanco y con pañuelo verde al cuello, el color de la albahaca.
Huesca también atrae a fechas como San Vicente, Carnaval, Reyes, San Jorge o en Semana Santa, cae una con sus costumbre y celebraciones, o en sus actividades culturales y deportivas. Visitar la ciudad permite también disfrutar de su gastronomía, donde se alternan las especialidades tradicionales, con la innovación más llamativa de la nueva cocina internacional. Los platos y productos aragoneses son cada vez más reconocidos. Se puede disfrutar de unas migas, sopas oscenses o de ajo, ensaladas legumbres y verduras, el pollo a la chilindrón, la trucha, el bacalao ajoarriero, el ternasco asado, el cordero a la pastora, las chiretas y un amplio capítulo de embutidos y parientes próximos (morcillas y torteras), junto a una gran variedad de postres: melocotón con vino, crespillos e incontables delicias reposteras. Y los vinos del Somontano, vecina comarca que produce caldos propios y variedades foráneas. Además hay otros productos de origen y calidad: longaniza, queso de toda condición, miel, trufas, setas, fruta… Huesca también es nombrada por la diversidad que ofrece para el tapeo en numerosos locales.
Junto a estos la ciudad plantea abundantes alternativas para cualquier momento del día: desde cafés a bares, incluyendo espectáculos en vivo o de discoteca. Huesca es además el punto de partida y retorno ideal para cualquier excursión a una provincia, cuya oferta turística está entre las mejores de España- Se pueden efectuar recorridos incomparables, a escasos minutos de la capital. La ruta del Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara con Casbas, Alquézar y Torreciudad; el Aragón medieval, desde el castillo de Loarre a San Juan de la Peña, Santa Cruz de la Serós y Jaca, en el camino de Santiago; y también por los antiguos condados por la Ribagorza y el Sobrarbe; hacia el valle de Tena por las iglesias de Serrablo, la ruta de Monegros hacia Sariñena y Sigena, y las de Ansó y Hecho, además de todas las cabeceras de comarca… A menos de una hora, los Pirineos ofrecen todas las opciones: ermitas y pueblos pintorescos, y el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, que guarda una auténtica maravilla natural.
El Alto Aragón brinda sus nieves, incluso artificiales, que garantizan el esquí en cinco grandes estaciones invernales, y otras menores, o escenarios ideales para el deporte de aventura: BBT, montañismo, escalada, senderismo, barranquismo, rafting, puenting, parapente, piragüismo. Innumerables paisajes y pueblos dignos de visitar, disfrutar y recordar, desde Huesca, que supone una base inapreciable, por accesos y hostelería. La ciudad de Huesca, su entorno y el encanto de su gente pueden sorprender en cualquier lugar, y conquistar al visitante, hasta hacerle un poco oscense y altoaragonés… para siempre.